El horno es una alternativa perfecta para cocinar todo tipo de carne. El problema aquí, nunca mejor dicho, es pillarle el punto. Pero con algunos consejos puedes aprovechar a máximo las posibilidades de tu horno para que se convierta en un aliado para todo tipo de cortes y piezas. Porque un mundo sin filetes como suelas de zapato es posible.
Altura para cocinar
La altura es básica para cualquier receta y no es una excepción en el caso de la carne. De hecho, es fundamental para obtener un resultado jugoso y dejarla en el punto que queremos.
Claro que sí: normalmente, lo mejor será colocar la bandeja en la parte media del horno, y cambiar la altura si luego quieres darle un golpe de grill para dorar la superficie. Ten en cuenta que no tarda lo mismo en cocinarse una pieza de carne de cuatro centímetros que un asado o unas costillas.
Claro que no: mantener la misma altura de cocinado constante, incluso si al final vez que se está tostando la parte superior de mala manera y sospeches que el interior aún no está en su punto. Puedes colocar también un poco de papel de aluminio en la superficie para evitar que se queme. Colocar la carne desde el principio arriba, mal también. De todas formas, tú mejor que nadie conoces tu horno. Si sabes que calienta más o menos en según qué recipientes y alturas, tenlo en cuenta a la hora de preparar la receta para evitar desastres y dejar la carne seca.
Utensilios que te hacen la vida más fácil
Utiliza bien las bandejas que vienen en el horno. Una bandeja profunda es perfecta para hacer un asado, por ejemplo. Y ya, si tienes una rejilla como dios manda, ni te contamos, porque puedes hacer la carne con sabor parrilla como un pro de la barbacoa.
Claro que sí: los utensilios están para usarlos. Dependiendo del tipo de carne, la receta, salsas, etc. elige la opción de bandeja más recomendable. Si quieres un resultado crujiente en tu carne, emplea la rejilla, para que el calor llegue directamente por todas partes. Por cierto, hazte con un buen cuchillo de carne, si te gusta cocinar, va a ser de las mejores inversiones que hagas en tu vida.
Claro que no: si prevés que la carne que vas a preparar va a soltar muchos jugos, la rejilla no es tu mejor opción. El resultado será una carne seca y limpiar el horno será toda una aventura, salvo que tenga autolimpieza y vayas sobrado.
Tiempos de cocinado
La mayoría de los hornos vienen con un mínimo de programas predeterminados donde te aconsejan tiempos de cocinado. De hecho, puedes programarlos según el peso de la pieza y lo hecha que quieras la carne. Por un lado, puede parecer un ejercicio de dejadez cocinil. Pero por otro, es tremendamente cómodo y puedes dedicar tu arte culinario al resto de la receta.
Claro que sí: sigue las instrucciones que te indica el horno y déjate llevar por sus consejos sobre temperatura y tiempos. Abandónate al placer de tener un horno como aliado. Chequea de vez en cuando que todo está en orden y punto.
Claro que no: es un horno, no un ciborg autosuficiente. Dependiendo del modelo que tengas, vigila de vez en cuando la carne para ver si has elegido la forma correcta de cocinado y la pieza de carne progresa adecuadamente en su cocción. En otros hornos, solo tendrás que indicarle qué tipo de carne es.
Limpieza del horno
El broche final. La limpieza es fundamental en todos los electrodomésticos por motivos de higiene. Pero cuando hablamos de hornos, microondas, etc. además, es necesaria para mantener intacto el sabor de la receta.
Claro que sí: limpia el horno después de cada uso. Especialmente si has hecho platos como pescados o ha quedado particularmente maltrecho tras una receta donde se te ha caído salsa dentro. Así, además, contribuirás a alargar su vida. Si tienes, aprovecha los sistemas de autolimpieza de tu horno.
Claro que no: no dejes que se acumule la suciedad receta tras receta. Cuando te decidas a limpiarlo, será un infierno. Es fácil que tus recetas se queden impregnadas de sabores no deseados de otras comidas. Y ya cuando se han caído trozos de ingredientes en la base del horno y no los has recogido, es una fiesta encenderlo de nuevo y ver la humareda y el olor resultantes.