Todos hemos buscado cumplir la expresión: “encontrar a tu media naranja”, pero ¿sabes cuál es su origen?
Esto no tiene nada que ver con la colonia con toques cítricos de tu crush (crush: palabra moderna para describir a los aspirantes a media naranja). Esta expresión, y la también conocida como “amor platónico”, tiene un origen mucho más antiguo.
¿De dónde viene esta expresión?
Surgió en Grecia, como casi todo, en una obra del mismísimo Platón llamada “El Banquete”: Aristófanes, poeta de comedias, narró que los humanos éramos tan perfectos que teníamos formas de esferas, como las naranjas. Además de poseer dos rostros en lados opuestos sobre la misma cabeza (dato importante), cuatro piernas y cuatro brazos para desplazarse rodando. Vamos, que lo del descubrimiento de la rueda no iba con él.
Esta redonda perfección les llevó a creerse dioses y claro, a Zeus no le hizo mucha gracia esta soberbia. Un rayito de los suyos bastó para cortar a estos “hombres naranja” por la mitad, castigándoles a tener que deambular buscando a su otra mitad.
Un poco desmedido el castigo, ¿verdad? Eso pensó Zeus. Así que se compadeció y pidió a Hermes, el de los zapatos con alas, que les girase los rostros para que mirasen hacia el mismo lado donde tenían el sexo, de esta forma, cada vez que encontraran a su otra mitad… Creo que a partir de aquí podéis sacar vuestras propias conclusiones.
Moraleja romántica
El castigo de Zeus resultó ser una condena para buscar incesantemente a nuestra media naranja y convertirnos así en seres completos al encontrarla. Una moraleja que hoy en día podría abrir muchos debates.
Pero su castigo también tiene letra pequeña, y es que sus rayos siempre están vigilando, preparados para dejarnos con una pierna y brazo a nuestra suerte si sobrepasamos de nuevo los límites de la soberbia y la arrogancia, ya que en el amor, no tienen lugar.