El bizcocho casero perfecto existe y tú puedes hacerlo en tu casa, a poco que tengas a mano un horno y unos cuantos ingredientes. Pero, entonces, ¿por qué cuando lo metes en horno solo sube por un lado, como si tuviera un problema de cadera? ¿Y por qué al sacarlo está apelmazado en vez de esponjoso como en el vídeo de internet? Te contamos trucos para evitar estos fenómenos paranormales que suceden en tu cocina y que te encumbrarán para lograr (redoble) el bizcocho perfecto.
Cíñete a la receta
Ya la saques del libro de recetas de tu abuela o de internet, intenta ceñirte al guion del bizcocho. Si tienes una página de internet de confianza donde consultas las recetas y te consta que no se inventan las medidas, perfecto. Sé fiel a los ingredientes y a los tiempos y así minimizarás errores.
Todo en su justa medida
Apartado especial aquí para los pesos y medidas. Es importante que peses bien las cantidades de los ingredientes. Al final, una receta es un fórmula química en la cocina, y si echas “a ojo”, cuando no es una receta que tengas controladísima, el resultado ya no es el mismo.
La harina no lo es todo, pero es mucho
Controla tu harina. Procura que sea, de nuevo, la que piden en la receta. Se han comercializado harinas especiales para pizza, para bizcochos, para tempura… y pueden tener su aquel pero claro, suelen llevar componentes que alteran el resto de la receta, como la levadura química. Coge una harina monda y lironda para empezar y luego ya irás probando.
Y ya que estamos con la harina, trata de tamizarla, siempre. Así, eliminas los terrones formados en el paquete y la harina gana aire, haciendo el bizcocho más esponjoso.
No por más gasificar, tu bizcocho es más liviano
El clásico bizcocho, por ejemplo, el de yogur, queda muy esponjoso a base de levadura química, un ingrediente habitual en este tipo de recetas. Echa solo la cantidad indicada porque, aunque te pueda parecer lo contrario, echar más levadura o gasificante no va a ser proporcional a lo esponjoso y ligero que quede tu bizcocho.
Horno y temperatura
Antes de ponerte a mezclar los ingredientes, precalienta el horno. Cuando introduzcas el bizcocho, evita ese vaivén de abrir la puerta cada dos por tres para ver si está listo. Si no ves bien qué se cuece ahí dentro y a tu horno se le ha estropeado la luz, utiliza la linterna del móvil. Pero no abras la puerta, porque los cambios de temperatura le sientan fatal y se desinfla.
Un bizcocho perfecto y esponjoso, de pastelería de peli de tarde, es posible. Basta con seguir estos pequeños trucos y tener un poco de práctica en la cocina, porque disfrutar el proceso es igual de importante que un resultado de foto y ese aroma a dulce recién hecho.